La presidenta electa Claudia Sheinbaum ha encendido una nueva polémica al afirmar que la elección popular de jueces, magistrados y ministros garantizará una mayor independencia judicial en México. Sin embargo, esta declaración ha sido recibida con escepticismo por parte de los trabajadores del Poder Judicial, quienes iniciaron un paro nacional en las primeras horas de hoy.
Sheinbaum, en un tono que mezcla optimismo con una clara advertencia, aseguró que «ahora el Poder Judicial tendrá más autonomía» gracias a que «será el pueblo quien elija a sus jueces, no los políticos». Pero, ¿es realmente así? Los empleados del Poder Judicial no están tan seguros. Temen que este nuevo sistema abra la puerta a la corrupción, el clientelismo, y, peor aún, la infiltración del crimen organizado.
La presidenta electa insistió en que la actual metodología de elección, controlada por partidos y el Ejecutivo, limita la independencia de los jueces. Sin embargo, la ironía no pasó desapercibida: muchos se preguntan si el cambio propuesto no terminará siendo más de lo mismo, o incluso peor. «No hay que tenerle miedo a la democracia», proclamó Sheinbaum, pero ¿y si lo que se teme no es la democracia, sino su mal uso?
Mientras el debate continúa, la reforma al Poder Judicial parece estar destinada a convertirse en uno de los temas más polémicos y potencialmente divisivos del próximo sexenio. ¿Estamos ante el inicio de un sistema judicial más autónomo o frente a un experimento arriesgado que podría socavar las bases de la justicia en México?