Jerusalén.- En un giro inesperado y alarmante, Hamás ha decidido no asistir a las cruciales negociaciones en Doha, donde se buscaría un frágil acuerdo de alto el fuego en Gaza. Con esta sorpresiva ausencia, las esperanzas de paz se tambalean una vez más, dejando a la comunidad internacional en vilo.
“Hamás no será parte de las próximas negociaciones programadas para mañana jueves”, declaró contundente la organización islamista, en lo que parece ser un desplante a los esfuerzos internacionales para poner fin al conflicto. La excusa: exigir que se cumpla lo previamente acordado en lugar de iniciar nuevas discusiones. Un claro mensaje de que no están dispuestos a ceder ni un milímetro.
Mientras tanto, Israel no pierde tiempo. Una delegación de alto nivel, encabezada por el jefe del Mossad, David Barnea, se prepara para volar a Doha. Junto a él estarán Ronen Bar, líder del Shin Bet, y el mayor general Nitzan Alon, encargado de supervisar las conversaciones en representación del Ejército. Todos bajo la mirada de los mediadores -Estados Unidos, Egipto y Catar- que se enfrentan a la ardua tarea de avanzar sin la presencia del principal actor del conflicto.
Pero, ¿qué se puede lograr sin Hamás en la mesa? A pesar de la ausencia del grupo islamista, los negociadores intentarán llegar a un acuerdo que permita un intercambio de rehenes israelíes por presos palestinos. Un proceso que se antoja largo y complicado, especialmente ahora que Hamás ha decidido boicotear las conversaciones.
A diez meses del inicio de la devastadora guerra en Gaza, 111 de los 251 secuestrados por milicianos en octubre siguen atrapados en Gaza, en una situación que parece no tener fin. Con cada día que pasa, la posibilidad de una solución pacífica se desvanece, dejando a la región sumida en la incertidumbre.